Félix era médico de formación, biólogo autodidacta, especialista en cetrería, etología y fauna, pero fundamentalmente, fue un gran comunicador. Sin duda, el mejor divulgador ambiental que hemos tenido en nuestro país. Su voz, su forma de presentar los documentales de naturaleza como si fueran cuentos, los dibujos y apuntes de sus cuadernos de campo y su fomento de la conciencia ecológica, en aquellos tiempos, nos dejan un legado ambiental al que hemos de recurrir siempre. Hemos de verlo, escucharlo, leerlo y sentirlo. Su magistral forma de advertirnos sobre la deforestación, por ejemplo, nos declaraba de forma visual, en una preciosa metáfora: «En tiempos de los romanos, una ardilla podía atravesar la península Ibérica de Norte a Sur, casi sin pisar el suelo». Y nosotros mirábamos a nuestro alrededor, atónitos, y descubríamos que ya nos estábamos quedando sin árboles.

Su obra naturalista es extensísima, así como sus premios y reconocimientos: libros, reportajes, documentales, películas, programas de radio de naturaleza… pero la más conocida es, sin duda, la serie sobre naturaleza que realizó para Televisión Española, entre 1973 y 1980, y que denominó El hombre y la Tierra. De nuevo, la importancia de la relación de los seres humanos con nuestro entorno natural. La maravillosa música de cabecera del programa compuesta por Antón García Abril, las imágenes de nuestra fauna más cercana y la más lejana (Venezuela o Canadá), dieron paso a 124 episodios durante los cuales pudimos aprender, conocer, sentir y darnos cuenta de que nuestra condición de seres humanos, solo es posible si somos capaces de vivir en armonía con la naturaleza.

Nació y falleció el mismo día, un 14 de marzo. Falleció mientras grababa en avioneta un nuevo documental sobre naturaleza, la carrera de trineo con perros más importante del mundo.

«En la frontera misma de las casas está la selva, la noche, la prehistoria».